Honduras, El Salvador y Guatemala comparten una realidad de desplazamiento forzado que marca la vida de millones de personas en los últimos años.
Sin embargo, las cifras del primer semestre de 2024 revelan que Honduras se encuentra al frente de esta crisis humanitaria.
La violencia, la pobreza extrema y los efectos del cambio climático convierten al país en el principal exportador de refugiados y solicitantes de asilo en la región, dejando atrás a sus vecinos en términos de número de personas desplazadas.
Esta situación desborda los sistemas de asilo en Estados Unidos y México, y deja a cientos de miles de hondureños en el limbo, sin una solución clara en el horizonte.
Honduras encabeza la lista de países con mayor número de personas desplazadas forzadamente en Centroamérica, con más de 550,000 individuos afectados.
De estos, 300,000, según el informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, solicitaron asilo o se reconocieron como refugiados en el extranjero, especialmente en Estados Unidos y México.
El contexto de violencia desenfrenada, alimentado por el control de pandillas y el narcotráfico, crea un ambiente donde la inseguridad reina en casi todas las esferas de la vida cotidiana.
Este entorno opresivo obliga a miles de personas a huir de sus comunidades en busca de un futuro más seguro.
De su lado, El Salvador y Guatemala también enfrentan desplazamiento forzado, los datos muestran que el número de hondureños que abandonaron su país en 2024 aumentó significativamente.
En Estados Unidos, el 5% de todas las solicitudes de asilo provienen de nacionales hondureños, un incremento del 54% en comparación con el año anterior.
En México, las cifras son igualmente alarmantes, con el 42% de las solicitudes de asilo de extranjeros presentadas por ciudadanos de Honduras.
A pesar de que El Salvador y Guatemala también registran desplazamiento forzado, los factores que impulsan la movilidad humana en Honduras son más acentuados.
Si bien la violencia de las pandillas en El Salvador ha sido históricamente uno de los principales motores de la migración, los avances recientes en el control de la violencia permiten una leve reducción en las salidas del país.
Sin embargo, el cambio climático y la pobreza siguen obligando a muchas personas a abandonar sus hogares, especialmente en las zonas rurales.
En Guatemala, la situación es igualmente compleja. Aunque el país sigue siendo un centro clave de tránsito para migrantes, con más de un millón de personas atravesando su territorio en 2023, la violencia y la falta de oportunidades económicas continúan siendo las principales causas de desplazamiento.
A pesar de esto, los números muestran que la migración guatemalteca creció de manera más moderada en comparación con Honduras.
Cambio climático y la pobreza en el desplazamiento
Si bien la violencia es un factor clave que obliga a las personas a huir de Honduras, no es el único motor de esta crisis.
El cambio climático exacerba las condiciones de vida en muchas comunidades rurales del país, particularmente en el Corredor Seco, donde las sequías prolongadas y la pérdida de cultivos destruyen los medios de subsistencia de miles de familias.
La inseguridad alimentaria resultante obliga a muchos a buscar refugio en otros países, o en algunos casos, a desplazarse internamente en busca de tierras más productivas.
La pobreza, profundamente arraigada en el país, también juega un papel determinante.
Sin acceso a empleo, educación o servicios básicos, las familias se ven atrapadas en un ciclo de desesperación.
Esta combinación letal de factores convierte a Honduras en el epicentro del desplazamiento en Centroamérica.
